
Por nuestras bandas tenemos un monte de montañas que se niegan a acercársenos; una de ellas, por ejemplo y literalmente hablando, es la de Caacupé, ya que para un siempre creciente número de nosotros no sólo no se mueve, sino que se aleja más y más en tanto la posibilidad física y económica de llegar hasta ella.
Por eso es una alegría constatar que año tras año, la Inmaculada Montaña de Amor con la que estamos aliados se va aproximando un poco más al este para celebrar su gran fiesta nacional.
En este décimo 8 de diciembre que pasaremos en el Santuario del Terruño y por vez primera, la celebración central allí se realizará.
Muchos anhelamos y oramos para que nuestro Santuario se convierta en un vital centro de peregrinación. Estamos moviendo cordilleras.
Un abrazo en María.