Talleres para la Mesa de Luz Nro 39

Luís Martínez
Quiero Despreocuparme

Haz que en El, libres de apariencias, seamos siempre y perfectamente
instrumentos tuyos;
que, desprendidos de nosotros mismos y afectos a El,
guiemos a los hombres al cielo para unirlos con amor ardiente al Dios Santo y Trino.
(Hacia el Padre, 113)

En esta estrofa de la oración que el Padre Kentenich eleva a María tras la Consagración en la Misa del Instrumento, podemos ver expresadas concretamente dos de las condiciones fundamentales de quien se decide a vivir a la luz de su Ideal.
Caminar libre de apariencias y desprendidos de nosotros mismos implica tanto renunciar a ser humanamente medidos por nuestros méritos como despreocuparse de los resultados de nuestros esfuerzos apostólicos.

En el primero de los casos, la originalidad ideal que Dios imprimió en cada quien se ve opacada, cuando no anulada, por la búsqueda de acomodamiento a las correcciones perceptivas - y por ello subjetivas - de los demás, a efectos de mantener el estatus de meritorio.
La opinión ajena es siempre un regalo, pero por brillante que sea el papel en el que viene envuelto, éste debe ser rasgado y desechado para que se pueda valorizar la utilidad del contenido.

Por otro lado, el desprenderse de uno mismo implica no sólo entrega sino despreocupación por el éxito según los parámetros humanos de consideración cuantitativa.
Las mejores y mayores vocaciones pueden verse frustradas por el sentimiento de fracaso que ocasiona la creencia en su poca efectividad.
Quién nos dice que Dios no nos impuso el mas grande Ideal para que un instante, un acto o apenas una palabra en toda nuestra vida, sirva a Su creación?
Un solitario SI, justificó toda la existencia de María.


Conviene que nos preguntemos:


Recibo los elogios y las críticas que recibo como datos a ser tenidos en cuenta en mi auto-evaluación o me doblego a las sugerencias, sin mayor análisis, a fin de ser aceptado y reconocido por los demás?

Pongo todo empeño en la acción apostólica a la que me mueve mi Ideal, sin desfallecer ante los aparentes fracasos, sabiendo que a Dios corresponde medir los resultados?