Luís Martínez
Quiero reelaborar mi pasadoFortificado me levanto, Padre, para reavivar el fuego del amor y saludarte con alegría junto a todos los portadores de tu Schoenstatt.
(Hacia el Padre, 3)
(Hacia el Padre, 3)
Si leemos detenidamente la estrofa que antecede, percibiremos que la afirmación de levantarse fortalecidos implica la previa debilidad.
En efecto, por detrás del apelo directo al reposo físico nocturno, se implica la mención velada a la labor cotidiana en la renovación espiritual; al reavivar de la intensidad del amor y la alegría.
Así como el sueño ayuda a nuestra mente a reelaborar lo vivenciado en la jornada, el reposo espiritual nos reconcilia con nuestras dificultades y tropiezos.
Lo que el Padre Kentenich refiere en la oración matutina, va en la misma línea del “recrear nuestro pasado” a que el pensador brasileño Paulo Coelho invita desde el punto de vista del proceso sicológico. Repensar lo vivido rescatando los logros y buenos momentos, dejando de lado los malestares y sufrimientos sobre los cuales nada podemos construir si no los tomamos apenas como lecciones de vida.
No se trata de esperanza en el futuro sino de certeza en el pasado; en que todo lo sucedido es un mensaje que Dios necesita que interpretemos como dádivas en nuestro beneficio.
Así siendo, rememoremos nuestro ayer – lejano y cercano – y preguntémonos:
Qué me dijo Dios a través de este o aquel suceso infortunado?
Soy capaz de apreciarlo como un regalo que fortaleció mi carácter y espíritu?