Talleres para la Mesa de Luz Nro 18

Luís Martínez
Quiero que me Ilumines

Espíritu Santo, eres el alma de mi alma. Te adoro humildemente. Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.
(Hacia el Padre, 639)

A primera vista, esta estrofa de la Oracion al Espiritu Santo puede parecer un desvalido pedido de socorro. Mas, cuando nos detenemos a pensarlo, percibimos que nos imprime un hondo y fuerte sentido de compromiso para con sus consecuencias.
En efecto, no pedimos que se nos de algo concreto, sino iluminacion, fuerza y guia para conseguirlo y aceptacion cuando no lo logramos.
Es como cuando el estudiante reza por un examen: dificilmente Dios le regalara un Aprobado, pero con total certeza hara que el Espiritu Santo le de la paz y entendimiento necesarios para estudiar y entereza si el resultado es adverso.
Mientras la cultura en la que nos toca vivir nos impele a la obtencion del éxito a toda costa y nos inculca la autosuficiencia, preguntemonos:

Establezco contacto con el Espiritu Santo, ante cada emprendimiento de mi dia a dia?

Cuando lo hago, pido concesiones o ayuda divina?