Luís Martínez
Quiero ser SolidarioTe agradezco porque diariamente puedo ofrecerte mis hombros para la cruz de la vida; edúcame así para ser un reflejo tuyo cumpliendo siempre como hijo los deseos del Padre.
(Hacia el Padre, 273)
(Hacia el Padre, 273)
Acompañando al Padre Kentenich en esta estrofa de la Quinta Estación del Vía Crucis del Instrumento, nos sentimos en la piel de Simón de Cirene.
Como él, generalmente nos resistimos a cargar en nuestras espaldas la cruz de la vida; especialmente cuando es ajena.
En esos momentos la solidaridad debería convertirse en justicia activa.
Si nuestra fraternidad cristiana nos lleva a gozar del éxito de uno como la victoria de todos, es corolario inequívoco que la injusticia sufrida por uno, nos averguenza a todos.
La solidaridad justa consolida nuestra unión en el armónico e incluyente desarrollo de las vocaciones, deseos e ideales de cada particularidad.
Quizás, por este camino, hayamos arribado a una muy buena definición de Iglesia Militante.
Reflexionemos:
Disfruto yo, sin envidias, del gozo de los demás?
En los últimos tiempos, pensé o dije: "Ese no es mi problema..."?