Luís Martínez
Quiero ser firmeMuchas veces, cuando el mundo nos sedujo, nuestros corazones se endurecieron.
A menudo no estábamos vigilando cuando nos expresaste tus deseos.
(Hacia el Padre, 367)
A menudo no estábamos vigilando cuando nos expresaste tus deseos.
(Hacia el Padre, 367)
Cada circunstancia de nuestra vida nos obliga a estar vigilantes. Es que cuando hemos encontrado el camino ascendente de la verdad y la virtud, innumerables peligros acechan nuestro andar.
Tentaciones indignas nos proponen tanto nuestra propia naturaleza como la de los demás y en esas horas nuestra firmeza debe manifestarse ya que cualquier concesión que les hagamos retrasará inexorablemente nuestra marcha.
Ante el tropiezo no tenemos excusa mas allá de nuestra propia incapacidad de escuchar las advertencias de Dios, quien permanentemente y a través de nuestro ser y sentimientos nos advierte con claridad sobre el bien y el mal.
Como en la Confesión de Culpa que el Padre Kentenich incorpora a la Consagración Nocturna, es bueno que reconozcamos que tenemos plena conciencia de estar obrando conforme a los deseos divinos o nos rebelamos a ellos.
La no aceptación de las propias flojeras, limitaciones y errores es, tal vez, la primera piedra que debamos apartar del sendero.
Preguntémonos entonces:
Hubo en esta jornada momentos en que actué en forma diferente a lo que Dios me indicaba?
Que puedo hacer para incrementar mi firmeza en el camino de la virtud?