Talleres para la Mesa de Luz Nro 29

Luís Martínez
Quiero vivir con el Espíritu

En medio de los Apóstoles, con tu poderosa intercesión imploras la prometida irrupción del Espíritu Santo, por la cual fueron transformados débiles hombres
y se indica a la Iglesia la ruta de victoria. Abre nuestras almas al Espíritu de Dios, y que El nuevamente arrebateal mundo desde sus cimientos.
(Hacia el Padre, 353)


Mientras en su entorno inmediato se desarrollaba uno de los más cruentos episodios de deshumanización que recuerda nuestra historia, el Padre Kentenich redacta estos versos para el misterio contemplativo de Pentecostés de su Rosario del Instrumento, que son una lección de confianza positiva en la acción de la Mater y la potestad del Espíritu Santo.

Nosotros tenemos grabada la fuerte imagen pentecostal y vivimos esperando permanentemente su irrupción, sus lenguas de fuego que devoren instantáneamente nuestra incredulidad y nuestras limitaciones.

Podríamos pasar toda la vida aguardando ese momento - con el peligro de desalentarnos en el camino - si no percibimos que es en las pequeñas decisiones para bien que tomamos cotidianamente, donde se ve el actuar del Espíritu Santo en nosotros.

La mentira no dicha, la pereza vencida, la ayuda prestada y la caricia impartida de cada día son, tal vez no lenguas ígneas, pero sin dudas, brazas candentes con las que El nos acrisola el alma.

Por tanto es bueno que nos interroguemos:

En qué gesto que realice hoy puedo ahora ver la acción del Espíritu Santo?

Y a partir de este momento recordaré que debo dejar de esperarlo, ya que desde siempre estuvo en mí.