Talleres para la Mesa de Luz Nro 30

Luís Martínez
Quiero dejar la mediocridad

El Señor, que dio todo por nosotros, no se contenta con recibir la mitad de nuestra vida: quiere enteros alma y corazón, y no le basta el resplandor pálido
de una mediocre entrega.
(Hacia el Padre, 411)


La cruz es la consecuencia de una entrega absoluta a un Ideal.
La insatisfacción constante ante la monotonía de estado, impuesta por la ignorancia en el valor y trascendencia de nuestra misión de vida, nos hace ver siempre más hacia adelante y a lo alto, traspasando las barreras de nuestra individualidad.
Es por ello que los que se sustentan en la persecución permanente del Ideal, no se contentan con su propio progreso, sino que arrastran a todo su entorno y se hacen capaces para la cruz.
Si algo podemos afirmar sobre el héroe y el santo es que jamas son tibios. Estaremos o no de acuerdo con sus motivos, dichos o acciones, pero nunca los acusaremos de haberse contentado con el resplandor pálido de una mediocre entrega.

Como el Padre Kentenich nos recuerda en la estrofa, Dios nos muestra, a través de contundente ejemplo, que desea nuestra integra disposición de espíritu, intelecto y sentimientos en la búsqueda activa del Ideal para el cual nos destinó.

Debemos, entonces, preguntarnos:

He analizado mi interior y mi historia buscando conocer cuál es mi misión de vida, es decir, mi Ideal?

Si ya creo conocerlo; mi dedicación a él es activa y profunda?