Talleres para la Mesa de Luz Nro 33

Luís Martínez
Quiero ser Confiable

A menudo, los hechos con que hoy te indignamos destruyeron nuevamente
lo que, con palabras, habíamos predicado y anunciado.
(Hacia el Padre, 369)


Esta estrofa pertenece a la oración Confesión de Culpa y en ella el Padre Kentenich nos insta a movernos en una dirección bastante inusual y no menos dificultosa para muchos de nosotros.
Ciertamente, consumimos enormes recursos espirituales, emocionales e intelectuales buscando conquistar la confianza en los demás: elevamos nuestras plegarias a Dios pidiéndole fe, nos esforzamos en mentalizarnos que tanto aquellos que amamos como quienes apenas conocemos son merecedores de nuestra cristiana certidumbre.
Y todo ello es muy bueno.
Pero generalmente olvidamos - o simplemente evitamos ver - que nosotros también debemos ser sujetos de la credibilidad ajena y que ella no se sostiene por si misma, por mucho que nos amen, sin lucha permanente de nuestra parte en la entrega y atención a lo que de nosotros se espera.
La confianza en nuestra probidad y capacidad no se nos da regalada; se gana con esfuerzo y constancia y tiene la fragilidad del cristal.
Esto tiene carácter transitivo y es aplicable a todos los ámbitos de nuestra vida: debemos conquistar la confianza de Dios; la convicción de nuestra fidelidad en la familia; la credibilidad de nuestros superiores, colaboradores y amigos.
Por inversión, podemos descubrir en la oración del Padre Kentenich la manera de esto realizar.

Los hechos con que hoy demostramos ser dignos
cimentaron nuevamente
lo que, con palabras,
habíamos predicado y anunciado.

Cada uno de nosotros podría preguntarse:

Cuales son los ámbitos de mi vida?

Que actitud debo conquistar - en la práctica, no con prometedoras palabras - para ser merecedor de confianza?