Talleres para la Mesa de Luz Nro 8

Luís Martínez
Quiero que me fortalezcas

Cuando la culpa y el peso de la naturaleza me oprimen, cuando me abruman los fracasos y las preocupaciones de pastor, entonces, Señor, pido seguir tu huella como a un faro que ilumine las debilidades de la naturaleza.
(Hacia el Padre 261)


En esta estrofa del Vía Crucis del Instrumento - en cuya tercera estación vemos a Jesús caer por primera vez - el Padre Kentenich agrupa con singular maestría cuatro ámbitos de nuestra personalidad en los que somos propensos a derrumbarnos con demasiada frecuencia.
El espíritu que se nos acongoja bajo la mochila de nuestros remordimientos; nuestro cuerpo que se resiente con sus propias cargas biológicas e instintivas; nuestra psiquis abrumada por la insatisfacción cuando no nos salen las cosas como pretendíamos y, finalmente, nuestra índole social a la que como schoenstattianos deseamos brindar nuestra paternidad/maternidad y a la que de cuando en cuando le fallamos.
El Fundador nos insta a, en esos momentos, mirar a Cristo que vuelve a erguirse siempre e, imitándolo, obtener luz para nuestras oscuridades.
Para imitarlo es condición sine qua non, conocerlo y para ello debemos empeñarnos en pedirle que se nos muestre a través de la oración y la lectura evangélica.

Con esto en mente, preguntémonos:

Cuáles son las áreas de mi personalidad en las que tiendo a sentirme débil?

Una vez tomada conciencia de nuestra limitación, recorramos los Evangelios en búsqueda del comportamiento de Jesucristo en ese aspecto.